Me lo contó ella.
Cada vez que giraba levemente la cabeza hacia el lado izquierdo, lo veía, sólo brevemente, porque volvía a colocar la cabeza en la misma postura erguida, temiendo que le sucediese lo mismo que a Yrit. Sin embargo, siempre le podía la curiosidad y todos los días, sin faltar uno, giraba levemente la cabeza hacia el lado izquierdo.
Me lo contó ella el mismo instante en que yo buscaba, detras suyo, el rostro del miedo sin verlo. Ella volvió a girar levemente la cabeza hacia el lado izquierdo.
Todavía no sé si se ha ido, pero ella sigue girando levemente la cabeza hacia el lado izquierdo y ha dejado de comer con sal, alegando nosequé problema de hipertensión.
bien hecho
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