viernes, 5 de julio de 2013

Anotaciones ante la hoguera (II)

¡Qué extraño! Normalmente las personas van acumulando libros a lo largo de su vida, creando una biblioteca vital.

Sin embargo yo parece ser que funciono al revés. Durante muchos años fui acumulando libros y más libros, hasta tener una biblioteca con una cuantía indeterminada pero numerosísima de libros. Pero con el paso del tiempo, entre traslados y mudanzas, préstamos no devueltos, rupturas sentimantales, pérdidas dolorosas y ahora esta quema estética de libros hace que mi biblioteca vaya menguando, poco a poco. 

Quizá la biblioteca ideal, la borgiana (como no podía ser otra), sea de un número inferior al centenar pero de continua lectura.

Anotaciones ante la hoguera

Hoy me he sentido como los bomberos de Ray Bradbury, como la Santa Inquisición,  como los nazis, como el barbero y el cura cervantino: seleccionando libros que irán a otras manos, a tiendas de libros de viejo, a amigos,... a la hoguera, en definitiva. A mi propia hoguera personal. Libros desechados  libros que no volveré a leer.

Pero para qué conservar libros que seguro (o casi seguro) nunca más volvería leer. 

Yo deselecciono libros que algún día, por alguna razón, seleccioné.

Yo, al menos, echo a la hoguera libros por estética, no por ideología (a pesar de que la estética también es ideología -maldito Barthes) eso me salva de esta quema de libros.