domingo, 29 de agosto de 2010

Epílogo veraniego

Yo había perdido la felicidad, pero no era un infeliz. Y confiaba en que algún día volvería a reirme
Hector Abad Faciolince, Traiciones de la memoria

Y la risa volvió y con ella la felicidad... Nos vemos en casa, en la próxima esquina o en el próximo planeta.

Sobre la existencia

¿Existirá? !Quién sabe!
Mi instinto presiente;
dejad que yo la alabe
previamente.

Ramón López Velarde

El arca verbal de Noe (y II)

We know what we are, but know not what we may be.
William Shakespeare, Hamlet.
(Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podemos ser)

Lectura terapéutica

Me he percatado que la literatura me devuelve a la realidad, al contrario que don Quijote.

La lectura es mi medicina contra la irrealidad de muchos de mis pensamientos.

martes, 24 de agosto de 2010

De mayores y pequeños

La incipient maduresa
es una gran estafa que no evita el dolor.
Sebastià Sansó ("El fracàs")

De pequeño me enseñaron a querer ser mayor,
de mayor quiero aprender a ser pequeño,
y así cuando cometa otra vez el mismo error,
quizás no me lo tengas tan en cuenta.
Enrique Bunbury ("De mayor")

lunes, 23 de agosto de 2010

Contra la normalidad

Estaba cansada de ser la oveja negra de la familia, la rarita entre sus amigos, la diferente entre conocidos ocasionales… estaba, en definitiva, cansada de ser distinta al mundo.

Nadie le advirtió que luchar por sus sueños (incluso alcanzarlos) en un mundo de sonámbulos podría ser una ardua tarea.

Sólo cuando estaba entrando en la masa gris, cuando la fuerza de la normalidad la absorbió sin poder dar un paso atrás, entonces entendió lo que era la mediocridad.

domingo, 15 de agosto de 2010

Cereales de chocolate y copos de avena

Desapareció dentro de una caja de cereales. Una caja de cereales de chocolate y copos de avena, de eso estoy seguro.

Como cada semana, fuimos al supermercado para hacer la compra. Ella, como también era su costumbre, se demoraba unos minutos mirando y remirando la amplia selección de cereales que ofrecía el supermercado. Yo, como también era costumbre, me alejaba a buscar la leche y la dejaba deleitarse en ese espectáculo de sabores, colores y marcas.

Pero ese día, cuando volvía a recuperarla de su trance cerealístico, ya no estaba ahí. La empecé a buscar por los laberínticos pasillos del supermercado sin encontrarla. Pasé por la sección de embutidos, para luego ir a los lácteos donde también le gustaba entretenerse. No la vi. Después de veinte minutos de dar vueltas y de que una anciana pensara que la perseguía, un vigilante se me acercó sigilosamente (seguramente avisada por la anciana). Diez minutos después de examinar todas las secciones del supermercado y el guardia de seguirme ya descaradamente, la impaciencia no pudo más y me preguntó qué producto estaba buscando.

- A mi mujer –le respondí.

El vigilante me miró entre sorprendido y extrañado, como si estuviera pensando en qué sección podría encontrar un producto como ése.

Después de explicarle cómo había perdido a mi mujer, el guarda tras las primeras posibles hipótesis y mis reticencias a sus explicaciones, me sugirió que fuéramos a ver las cámaras de seguridad para comprobar si había salido del centro comercial.

Ya en la sala de control, pude ver como las videocámaras de forma aleatoria iban enfocando diferentes secciones. El guarda de seguridad cogió la cinta que había grabado el supermercado hacia unos minutos y la puso.

Entonces pude vernos. Tuve la sensación de retroceder al pasado, a una película antigua, en blanco y negro y sin sonido.

Las imágenes eran las rutinarias de cada semana: entrando y dirigiéndonos primero a la sección de frutas y verduras, luego desaparecíamos porque la cámara enfocaba hacia otro lado, para luego volver a aparecer en la sección de zumos de fruta y como nos dirigíamos a la sección de los cereales y justo cuando yo iba en busca de la leche la cámara volvía a apartarse de mi mujer y se perdía entre las estanterías de bebidas alcohólicas. Cuando la imagen vuelve, ya estaba yo sólo buscando a mi mujer.

A partir de ese día me aficioné a los cereales, confiando que un día, al echar los copos de avena con chocolate en mi gran tazón me la encontrase nadando en ese gran mar blanco y de rocas.

Vuelve el tiempo

Hablemos de todo,
menos del tiempo que se escurre entre los dedos.

Vetusta Morla, "Maldita dulzura"

viernes, 6 de agosto de 2010

Cuaderno de viaje (y VI)

En muchos parques de Ucrania hay atracciones para los más pequeños. Atracciones, en muchos casos, viejas, de un color oxido y que chirrian monótonamente. Una cosa tienen en común casi todas ellas (aunque tambien las del resto del mundo) que parecen que siempre giran, como si ya de pequeños quiesieran que aprendieramos que la vida puede ser un monotonía sin mucho sentido. Girar y girar para llegar siempre al mismo punto: la salida

La cuadratura del círculo (y II)

Era un pez que se mordía la cola y acabó por desaparecer.

La cuadratura del círculo (y I)

Le daba mil vueltas al círculo, pero nunca sabía dónde empezaba.

Y eso la desesperaba.

Sobre los lugares propicios

Últimamente me he aficionado a los parques. Sentarse en las sombras, junto a un árbol, dejando trasncurrir el tiempo, como un buen jubilado, un cigarrillo en la mano y los pensamientos que van y vienen, muchas veces sin ton ni son.

domingo, 1 de agosto de 2010

Cuaderno de viaje (y V)

Después de dejar Crimea, costeamos el mar de Azov dirección a Berdyansk, intentando saber porque en ninguna de las dos guías aparecía nada de esta zona. Nos extrañaba, e incluso llegamos a hacer conjeturas sobre el grado de contaminación del mar, después de nuestra experiencia en Crimea. Cuando llegamos a Berdyansk, la sorpresa aumentó cuando vimos que esta ciudad podría estar perfectamente en cualquier parte de la península de Crimea: una playa de rocas, chiringuitos de comida y de atracciones, y multitud de gente por las calles peatonales del centro… Realmente, los escritores de las guías de viaje que llevamos con nosotros o no llegaron a esta ciudad o cansados, como nosotros, de tanto mega turismo optaron por no incluirla en sus guías.

Berdyansk es, verdaderamente, la última ciudad de Crimea y la otra Ucrania empieza en Mariupol.