miércoles, 22 de junio de 2011

Frankestein

- Sé feliz, mi querido Víctor -contestó Elizabeth-; espero que no haya nada que te aflija, y ten la seguridad de que si mi rostro no refleja una animada alegría, mi corazón está gozoso. Algo me dice que no confíe demasiado en el futuro que se abre ante nosotros, pero no escucharé esos susurros sinisestros (...) ¡Qué día divino! ¡Qué feliz y serena parece toda la naturaleza.

Frankestein, Mary Shelley

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