Mi espalda es la montaña que antecede al dolor.
El cuello, el paso angosto hacia las llanuras cerebrales donde las marismas grises se bañan en un continuo y leve malestar, paliado por las píldoras verdes de la farmacia.
Y la boca, el delta con cinco islas perladas rodeadas de llagas que no sangran.
Por lo demás, hoy es un maravilloso viernes.
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