Me quiere, No me quiere, Me quiere, No me quiere, Me quiere, No me quiere,…
Además era consciente de que, con un simple y rápido cálculo, podía poner a la fortuna de su parte.
Por eso no le gustaba perder el tiempo en descubrir si le querían o no, simplemente quería que le quisieran.
Y el azar en el amor es tan peligroso como apostar al cero en el bingo.
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