Entre Grodno y Minsk (Bielorrusia), diciembre de 2009
Después de 150 kilometros de trayecto y con los pies a punto de congelarse (aunque, y estoy seguro de ello, los conductores bielorrusos conocen la capacidad humana para resistir el frio), el autobús se detuvo en un pequeño bar.
Todos salimos de la marshrutka para calentarnos en el bar... Los pasajeros y el conductor se tomaron un chupito de vodka para seguir el camino.
Mientras subía a la marshrutka y notaba como de nuevo el frio me golpeaba en la cara, maldije no tomarme ese chupito.
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