domingo, 31 de enero de 2010
sábado, 30 de enero de 2010
Descanso (para calentarse)
Entre Grodno y Minsk (Bielorrusia), diciembre de 2009
Después de 150 kilometros de trayecto y con los pies a punto de congelarse (aunque, y estoy seguro de ello, los conductores bielorrusos conocen la capacidad humana para resistir el frio), el autobús se detuvo en un pequeño bar.
Todos salimos de la marshrutka para calentarnos en el bar... Los pasajeros y el conductor se tomaron un chupito de vodka para seguir el camino.
Mientras subía a la marshrutka y notaba como de nuevo el frio me golpeaba en la cara, maldije no tomarme ese chupito.
Drugos
En Grodno (Bielorrusia), diciembre de 2009
Me encontraba en un paso subterráneo con una luz maravillosa para una foto. Tras varios disparos infructuosos, por fin la foto apareció. Un click y allí estaba la foto.
Mientras mis modelos circunstanciales seguían su camino, yo sentado en el suelo miraba la foto cuando de repente a mi cabeza me vino una imagen.
Sin embargo, ni yo era un viejo borracho asqueado del mundo y ellos sólo tres drugos (amigos) que se iban a casa, a la universidad, a ver a la novia...Es un mundo podrido porque permite que los jóvenes golpeen a los viejos como vosotros habeis hecho, y ya no hay ley ni orden. Ya no es un mundo para un viejo [..] ¿Qué clase de mundo es éste? Hombres en la Luna y hombres que giran alrededor de la Tierra como mariposas alrededor de una lámpara, y ya no importan la ley y el orden en la Tierra.
Anthony Burgess, La naranja mecánica
Una vez más la ficcion superó a la realidad.
De los cementerios y de nuestros cuerpos
En el cementerio cristiano en Grodno (Bielorrusia), diciembre de 2009
En algunos pueblos de Bielorrusia existe la tradición de pasear al muerto hasta la cruz del pueblo. Sin embargo, Bielorrusia tiene dos religiones, la cristiana y la ortodoxa, y cada muerto tiene su propia cruz, según sea ortodoxo o cristiano.
Hasta después de muertos, los dioses se disputan nuestros cuerpos.
En Grodno, un mínimo camino separa ambos cementerios.
En el cementerio ortodoxo, en Grodno (Bielorrusia), diciembre de 2009
Anastasia nos contó la siguiente anécdota:
En algunos pueblos de Bielorrusia existe la tradición de pasear al muerto hasta la cruz del pueblo. Sin embargo, Bielorrusia tiene dos religiones, la cristiana y la ortodoxa, y cada muerto tiene su propia cruz, según sea ortodoxo o cristiano.
Hasta después de muertos, los dioses se disputan nuestros cuerpos.
En Grodno, un mínimo camino separa ambos cementerios.
Sobre las otras ciudades
En Grodno (Bielorrusia), diciembre de 2009.
Siempre que viajo a una ciudad, y las circunstancias lo permiten, me gusta recorrer su cementerio.
Quizás sea como recorrer la otra parte de la ciudad, la ciudad de los que vivieron, la ciudad de los que fueron y ya no son.
Perderme entre los recovecos de las tumbas, entre los caminos no marcados, imaginando vidas pasadas, viendo como una persona mayor (siempre son personas mayores) arregla una tumba de un marido o de un hijo, fijarme en fechas de nacimientos y muerte, en nombres que la muerte ha llevado al olvido, oliendo flores muchas veces marchitadas.
Estos paseos entre las callejuelas de los muertos nada tienen que ver con el sentimiento romántico del anhelo de la muerte o de un espacio de evasión. Nada menos prosaico que simplemente pasear por la tranquilidad de la otra ciudad.
lunes, 25 de enero de 2010
Final de semestre
Llevo casi cuatro semanas en Bulgaria desde que llegué de Bielorrusia y todavía no he conseguido colgar todas las fotos.
A parte del posible exceso de las mismas (no lo niego), ha coincidido con uno de los dos peores momentos en la profesión de profesor: los finales de semestre.
Alumnos -que en vez de preguntar bostezan durante cuatro meses- exigiendo (incluso de malas maneras) una nota que no se merecen la última semana de semestre, alumnos -que se duermen en clase- preguntándose por qué ese dos en sus calificaciones, alumnos -que apenas han venido el 5% de las clases- sorprendidos ante un suspenso, alumnos -que prefieren la chalga a la armoniosa voz del profesor- haciendo oídos sordos, una vez más, a las explicaciones del profesor que debe justificar una nota, alumnos estudiosos (que también los hay, aunque sean los menos) con caras de satisfacción por los buenos resultados...
¡Cómo odio los finales de semestre! Deberían prohibirlos por Real Decreto.
Espero que en estos días, pueda acabar de colgar las fotos que me quedan de Bielorrusia.
A parte del posible exceso de las mismas (no lo niego), ha coincidido con uno de los dos peores momentos en la profesión de profesor: los finales de semestre.
Alumnos -que en vez de preguntar bostezan durante cuatro meses- exigiendo (incluso de malas maneras) una nota que no se merecen la última semana de semestre, alumnos -que se duermen en clase- preguntándose por qué ese dos en sus calificaciones, alumnos -que apenas han venido el 5% de las clases- sorprendidos ante un suspenso, alumnos -que prefieren la chalga a la armoniosa voz del profesor- haciendo oídos sordos, una vez más, a las explicaciones del profesor que debe justificar una nota, alumnos estudiosos (que también los hay, aunque sean los menos) con caras de satisfacción por los buenos resultados...
¡Cómo odio los finales de semestre! Deberían prohibirlos por Real Decreto.
Espero que en estos días, pueda acabar de colgar las fotos que me quedan de Bielorrusia.
viernes, 22 de enero de 2010
sábado, 16 de enero de 2010
Cruzar (y II)
Los mismos espacios, otras luces (y III)
viernes, 15 de enero de 2010
jueves, 14 de enero de 2010
domingo, 10 de enero de 2010
Ayer fue miércoles toda la mañana
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