- Punto y final.
El profesor acabó de dictar las últimas palabras del dictado cuando vio que ninguno de sus alumnos había puesto el punto y final. Todos esperaban que continuase la historia.
- Punto y final –repitió esta vez con vehemencia.
Ningún alumno hizo el más mínimo gesto con los bolígrafos. El profesor dejó el libro y miró a los alumnos. No estaba enfadado, ni siquiera molesto.
Volvió a coger el libro para dictar de nuevo. Sus alumnos, ansiosos por el tiempo transcurrido, cogieron fuertemente sus bolígrafos, dispuestos a copiar las siguientes palabras y las siguientes y las siguientes (cont.)
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