Él corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de más.
Aeropuertos. Unos vienen, otros
se van,
igual que Alicia sin ciudad.
El valor para marcharse,
el miedo a llegar.
(...)
Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.
Un instante mientras los turistas se van.
Un tren de madrugada consiguió trazar
la frontera entre siempre o jamás.Vetusta Morla, "Copenhague"
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