En Guimaraes (Portugal), septiembre de 2011
Mientras esperaba el tren que me devolviese a Oporto para dormir y después de ir al baño pase por este pasillo. Me detuve ante él porque así imaginaba (un ateo como yo) la entrada postmortem: un ascensor que sube, otro que baja y una puerta lateral (a pesar de Ratzinger).
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