El último recuerdo de Blagoevgrad fue un domingo lluvioso donde apenas había gente por la calle, pero hoy parecía esta ciudad un hormigueo de personas, sedientas de sol y terrazas.
Demasiada gente distraía mis pensamientos y casi no podía oírme, entre el barullo de voces, música, teléfonos móviles, niños gritando y correteando, adolescentes que no sé por qué no estaban en el colegio, abuelos con pasos alegres alrededor de sus nietos,…
A pesar de ello, he vuelto a ver gente. No recordaba lo que era una ciudad con vida.
Mas, seja como for, segue a viagem (Fernado Pessoa)(Sea como fuera, sigue el viaje)
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