Robadors, ya no lleno de putas sino de negros vendiendo hachis. La Rambla del Raval llena de hoteles y turistas, a los que los paquistanís (que parecen vecinos de toda la vida) miran extrañados. De tiendas, supers, locutorios y bares ultramodernos al lado de garitos cochambrosos. Las eternas obras de la filmoteca donde antes estaba el mercadillo de cosas robadas. Casi el barrio de siempre
*(malditas obras), pero sin ella.
En Barcelona, 4 de agosto de 2009
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